A eso de las cinco de la tarde del sábado, Paseo Colón
se tiñó de mil colores ya que comenzó lo que para muchos es la celebración más
esperada del año, y se notaba en las expresiones de los presentes porque eran
puras sonrisas y felicidad en los niños y adultos, además de sus ojos llenos de
magia pura deseando ver el espectáculo que estaba por llegar.
Lo primero fue el pasacalle lleno de mucha energía y
felicidad de parte de los participantes y también muchos regalos para el
público, quienes deseosos de conseguir algo se volvían locos de emoción,
saludaban y brincaban a todos los patrocinadores del evento más majestuoso que
se presenta cada final de año en San José.
A eso de las 8:30 de la noche, el parque central
enloqueció de la mejor manera ya que la primera carroza pasó ante cada uno de
los espectadores y sinceramente cada risa de los niños llegaban al alma, y esas
pequeñas cosas de la vida no tienen precio, así que muchos gritaban es
“Museito”, ya que efectivamente la deslumbrante carroza del Museo de los niños
los hizo creer en la magia.
foto: Anny Solano
Así poco a poco todas las bandas y carrozas fueron
llegando, y con el paso de las horas se notaba aún más la euforia de los presentes
y la nostalgia de los más grandes por recordar que la magia navideña si existe,
como en el caso de Daniela Rosales Elizondo, quién me contó que desde que tiene
5 años va y nunca ha faltado a ninguno, y que ahora 38 años después, sigue
siendo la misma pasión de siempre.
Eran las 10 de la noche y todo el parque central
seguía lleno, por lo que me impresionó demasiado la fidelidad de los que
deseaban acompañar a las bandas y carrozas, que engalanaban las calles; pero la
locura total fue cuando llegó el turno de que avanzara la carroza de la
Municipalidad de San José, ya que su creación definitivamente fue la favorita
del público, la alabaron hasta decir basta, ya que era de una película de
Disney muy amada, de “Coco” para ser precisos.
Un punto que hay que agregar, fue el orden del evento,
porque aunque había tantas personas en el parque no existió ninguna pelea.
Conforme terminaba de caer la noche, los fieles se
quedaron a ver hasta la última banda que pasó; eran unos limonenses que le
pusieron sabor al final del día, para que todos se fueran a dormir llenos de
felicidad y luz en sus vidas.